siente que
ya no vale nada,
siente que
está dormido
mientras la
realidad hace estragos con su penosa vida.
Los
ebanistas están haciendo lo imposible,
pero este
pedazo de madera está demasiado dañado y húmedo.
Su cielo
vive eclipsado por la desdicha
de ir lento
y a paso errante.
Siendo
embrión no quería salir,
aunque lo
terminaron venciendo como siempre.
Sin
energías lo sigue intentando,
solo para
saber, que nuevo fracaso le deparaba el destino.
Su juventud
se erosiono,
todos las
escaleras que toma
conducen
hacia abajo,
se siente
esclavo de sus sueños.